Mi primer tasa de café... aun sigo en la prima de alarido que da por
reflejo y reflexión la luz del día que despierta mis sentidos, creo haber
escuchado un sonido peculiar que se expone ante mis oídos. Mis miembros que
abren camino a la movilización, por algún objetivo en particular, desplazan
conjuntamente lo que resta de mi cuerpo desembocando en la perilla de la puerta
o picaporte según lo entienda cada ser.
Creando un movimiento, ni un
poco mas, ni un poco menos intrigado. Que esa placa madre de mi organismo, con
las entradas visuales en la latitud, longitud justa y precisa del objetivo a
identificar. Abrí la puerta y ahí posada frente a mi cargando en su hombro un
previo aviso, ella el amor y la vida, el dolor y la vida, ahí la muerte.
- Cada vida
con su alma, cada quien con su puerta-
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