Mi
espalda no cede al peso, que la eternidad de mis pasos crea. Como una
escultura, en mis hombros. Que adquiere volumen y se conforma, retroalimentándose
de la misma composición, de esa materia. Cada vez más densa.
Provocando
una situación de total declive, mis huesos encorvados y acostumbrados a la
misma, petulante, constante posición. Gritan de dolor, sus llantos se escuchan
en mí nuca, haciendo eco en mis parpados.
Mis
agujereados paupiere, con un orificio en cada uno, a causa del metal oxidado y pestilente
de los ganchos utilizados para pescar peces y otras presas que descuidan su
vida. Por la insolencia o inocencia de dejar todo al azar, mientras que esos
angustiantes carnívoros del dolor humano, aquellos que poseen el linaje de
escribir y borrar con tinta sangre, cada letra que representa lo nuevo, son
como carroñeros, que se conforman, con algunos llantos frágiles, de unos pocos
en minoría, que son explotados cordialmente y sin escrúpulos, con el solo fin
de poder llenar sus impacientes estómagos. Que queman de forma sutil, todo
alimento que se bañe en los jugos gástricos de estas colosales bestialidades
que se hacen llamar compañeros.
PH: Alexis Bidartte.
ESCRITO: Alexis Bidartte.
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