¿Qué recuerdas? Esas palabras se enredaban en mi mente, mientras intentaba abrir los ojos, para poder divisar, a la silueta que me estaba hablando. Es la voz que me arrastra de ese sueño, que tanto me hace transpirar. Cuando logro despertarme por completo. Le respondo
-Es difícil contestar esa pregunta, porque lo último que recuerdo es estar corriendo, jugando a encestar una pelota de trapo en un aro, todos lo que se encuentran allí están vestidos con una vestimenta particular que los diferencia.
Sin previo aviso, un golpe que hace que todo se vuelva confuso y borroso, supongo que me debo haber tropezado. ¿ahora me gustaría saber donde me encuentro? La silueta contesta cortante y fría.
-Estas en un lugar donde te van a cuidar muy bien.
Alcance a orí la última palabra, mientras abandonaba la habitación. Con la conversación (larga y fluida) me atrapa el cansancio, e inconscientemente decido dormirme.
Me encuentro corriendo desaforada mente, mirando como encestan las pelotas de trapo en unos aros , ahora rodeados de fuego, todavía no comprendo porque corro, aunque por inercia lo hago, me es muy extraño todo, desde los sentidos tan penetrantes, hasta las gotas de sudor que rosan mi frente, la temperatura de la menudencia líquida que se siente a medida, que se desliza por mi rostro, al parecer estoy por despertar, no se entienden mucho. Las imágenes se deforman, las pelotas son o parecen ser cráneos. La voz. – toma un vaso de agua estas agitado, me sorprendió que no tuviera mucho gusto (mas allá de la insipidez del agua) aunque supongo que debe ser por el dolor, que no siento su liquido rozar mi lengua.
Me ofrece unos circulitos blancos, el. Los llama medicina, no comprendo muy bien, pero me sugiere ingerirlos, confiando en él los tomo.
Comienza la mezcla de imágenes, ese letargo que no me deja estar tranquilo, con mis ojos confirmo, que esas pelotas son cráneos y comienzo a comprender porque estoy corriendo, creo que intentó salvar mi cabeza, aunque ya es tarde para hacerlo, esas personas de vestimentas particulares, me han cazado, no soy yo el único hay alguien más. Lo observó bien, noto un gran parecido, con el hombre de los circulitos blancos, mis sueños se diluye como mis sentidos, olores, sonidos, colores, comienzan a deformarse y dejan de existir.
El hombre de los circulitos, aparece con una mirada un tanto extraña, se dirige a hacia mi diciéndome, ahora voy a limpiar las heridas, desde ese momento y hasta que termino de limpiarlas no acoto palabra alguna, en el instante que se fue comenzó mi lucha por no conciliar el sueño, haciendo de esa batalla una pelea imposible de ganar, cuando logro obtener el sentido de la vista, lo primero que veo es la cabeza del hombre de los circulitos, rodando por mis pies, seguido de un golpe seco en la nuca y nada.
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